Cuando salí de la
estación Bolívar todavía caían gigantescas gotas en todas direcciones y de
todas partes.
Llegando a la calle Balcarce ya no me importaba la lluvia, solo
pensaba en lo que sucedió en esa habitación. Una alegre culpa me invadió. Entre
en un bar, pedí una cerveza y espere.
Creo que es
innecesario insistir en aquel momento.
No creo que sea un desperdicio ya no volver
ver a ese magnifico cuerpo, no poder olvidar su rostro me molesta.
Quizás no tenga sentido contar esta historia como
apocalíptica. Si el final era previsible, las cartas estaban ya jugadas. Y la
bronca también.
La bronca de ocultar
algo tan sensual, algo tan normal, me exasperaba, me comía las ideas, me volvía
casi un ingenuo. Como explicaría que no
fui consiente, que un impulso me llevo a todo esto, que no fue mi idea
traicionar, que fui infiel a mi educación. Y ahí esta todo y no esta nada.
El celular suena y no puedo explicar que hago aquí, no entenderá
tampoco. ¡Si el mínimo mensaje le molesta y pide una explicación para
todo! Pero realmente no me importa que
pueda pensar. Atiendo rápido, casi molesto.
Corto violentamente como un golpe
en el rostro, ya no es problema.
Sirvo el último vaso y sigo esperando.
Su cara angelical me mira desde el umbral del pensamiento, estoy ansioso
pero tranquilo.
Salgo del bar
camino hasta bolívar, desciendo por las escaleras tomo el subte me pierdo en el
túnel y espero que me descubran.
No se cuanto
tiempo estaré aquí abajo, igual no tengo a donde ir. Todo esta rodeado. Estoy cercado.
No estoy perdido este es mi lugar.
Lo que sucedió en ese cuarto
de hotel, el 4B,
hotel dulce hotel, cuando la puerta se abra no se lo explicare a nadie, no puedo. Cuando
llegue la policía diré que es verdad, nada más que eso. Lo demás se encargara
mí abogado.
Ya no tengo ganas de seguir dando excusas.
perdido en el tunel, desarmado, espero el final.